El Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano, desarrolló la benevolencia y la compasión. Entre sus primos, se encontraba el perverso Devadotta, siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, Devadotta, a su paso arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Devadotta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dió cuenta de lo sucedido y permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectivamente. Muy sorpendido, Devodatta preguntó:
-¿No estás enfadado, señor?
-No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió
-¿Y por qué?
-Y el Buda dijo:
-Porque ni tu eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojado.
El maestro dice: para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable.
fuente: 101 Cuentos clásicos de la India- Ramiro A. Calle
2 comentarios:
dicen en mi familia que tengo paste de evangelista porque siempre reacciono con calma frente a diferentes situaciones. Así y todo que me perdone Buda a ese Dewadotta me lo arrojo de la montaña. Ahora en serio un buen mensaje, difícil de aplicar. pero buen mensaje al fín. Un abrazo bien grande
Jajaja! Yo tambien haría lo mismo. Tengo que cultivar ese don. Un abrazo de Oso
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